viernes, 2 de mayo de 2008

Españolas: amargadas, crispadas, agresivas, con prisas...

Es francamente curioso que en los últimos años conocí 5 mujeres, repito que eran mujeres, de fuera de España (Bolivia, Bulgaria, Ecuador, Polonia y Rusia), pero viviendo aquí, con las cuales hablé de muchos y variados temas y las 5, sin dudarlo, al llegar a hablar de la gente española me dijeron exactamente lo mismo:

"Veo a las mujeres españolas muy amargadas, crispadas, agresivas, con prisas, exigentes... y a los hombres españoles acoj..., asustados en las relaciones con mujeres".

Es un hecho verídico que debiera dar mucho que pensar, pues muchos hombres españoles coincidimos totalmente en el diagnóstico sobre buena parte, no todas claro, de las mujeres ( 'chicas' se dicen ellas en los anuncios) naturales de este país, y comprendidas en la franja de edad de entre 35 y 55 años.

A la vez cada vez escucho a más mujeres decir aquello de "¿Esto es la liberación?, ¡Para este viaje no hacían falta alforjas!, o ¡Nos hemos equivocado totalmente llevadas por el hembrismo excluyente!).

La verdad es que ya he leído en más de un sitio el nuevo término 'hombras' aplicado a esas mujeres que han perdido el norte, que han perdido la idea de lo que fue y será una mujer, y que andan deambulando en la búsqueda de una identidad que han perdido. Creyeron aquello de la lucha por la igualdad con el hombre, y por ello intentaron copiar TODO del rol dominante, copiaron su descuido en el vestir, su agresividad, su insultar con facilidad, su falta de sensibilidad... abandonando a la vez lo que siempre había caracterizado a una mujer, es decir su romanticismo, su sensibilidad, su delicadeza, su feminidad, su creatividad, en fin tantas virtudes como tiene la mujer de verdad, y que miles y miles de ellas han relegado en pos de una identidad hombruna para ser 'iguales'.

La mujer jamás será igual al hombre, espero. Ambos seres somos distintos, afortunadamente distintos, pero y es importante esto, somos deliciosamente complementarios. Se podrá exigir, reivindicar, luchar por la igualdad de derechos, de salarios, de posibilidades ( eso sí no como ahora en que las mujeres ya son superiores a los hombres españoles en montones de facetas, le pese a quien le pese). Y esa lucha puede hacerse desde la inteligencia, desde la seducción, desde la sutileza, desde la fortaleza, tenacidad y contundencia si es menester, pero sin abandonar las peculiaridades de las mujeres, de las donas, de las señoras.

La Historia pondrá a las amargadas, rencorosas, desesperadas y lamentables hembristas en su lugar, y al mirar para atrás se verá cuantos años se perdieron en una época de desencuentros entre hombres y mujeres, propiciada por errores descomunales al pretender hacer igual lo que nunca lo será, y mala cosa si algún día fuésemos totalmente iguale,s porque la atracción entre mujeres y hombres desaparecería para siempre.

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